8/3/10

PENSAMIENTO 1

Cada día en el tiempo que transcurre, miro al cielo, escucho los pájaros alrededor de mi casa, disfruto de los juegos y actitudes de cacería de mis mascotas. Observo las nuevas flores que mi jardín me regala… y me inunda esta especie de asombro e incertidumbre. Mezcla fiera de emociones contradictorias. Mezcla fiera de acontecimientos en mi país: “Apúrate que ya se va a cortar la electricidad” “¿Desconectaste todos los equipos a tiempo?” “¿Llegó el agua?”… y así también van desfilando diversos personajes por el frente de mi casa: el nevadero con su nueva vaca y su becerro, los obreros de la construcción del final de la loma, un par de borrachos (para los que no existen días de semana o abstención a su beber), los niños de la escuelita en su diario caminar hasta la cancha, la enfermera del ambulatorio. Ya también inició sus trabajos mi vecino con su esmeril y los golpeteos del arreglo de su camioneta.

Escucho el televisor, a todo volumen, reseñando las noticias del fin de semana en la casa del vecino (supongo que lo intenta escuchar por encima de todo el ruido de su continuo golpeteo contra la camioneta).

Ya van dos días nublados en las tardes. El sol escondidito.

Momentos… momentos… momentos de cada día. Instantes rutinarios que con tan solo un “click” interno adquieren otro significado, otra dimensión profunda.

Todo cambiante. Todo igual. Todo cambiante de nuevo.

¿Será hoy esa oportunidad vertiginosa en nuestras vidas?
¿Realmente se puede perder el tiempo?

Que simplemente la elevación interna sea... sin mayores complicaciones.